Manifiesto de una filosofía por venir

Yanina Solís

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La teoría de la multiplicidad ontológica (TMO) es una hiperstición. Su objetivo es hacer realidad la historia de cómo la filosofía occidental va a florecer, a convertirse en otra cosa, a finalmente cambiar de fase. Y fruto de ese acto, engendrará una nueva mente: una inteligencia humana capaz de establecer vínculos no predatorios con el planeta, con seres no humanos, y con su propia especie. TMO: las filosofías, en su momento más crítico, más antropocénico, podrán escuchar el canto nihilista de las sirenas del fin del mundo. Entonces, cuando los dados rueden en la última noche sobre la tierra, las filosofías del fin del mundo, del comienzo de todo, alcanzarán sin mediación el absoluto, y extenderán el arte de sus nuevos rizomas, a cada piedra, bosque y objeto. Esta es la historia de cómo hubo que tocar el infinito para devenir animal, pero también, y ante todo, es la historia de cómo cambiamos nuestro futuro, creando un nuevo pasado.   

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Una hiperstición es un virus. Una ficción especulativa que se crea con la intención de propagar su germen hasta trasformar la realidad. La TMO produce la convergencia de las tesis ontológicas contemporáneas de occidente y afirma que el propósito de éstas nunca ha sido otro más que el de converger en una filosofía realizada cuyos axiomas son:

Φ La filosofía es mente hecha arte. Ha surgido desde la nada con el propósito de que algo pueda existir de manera diferenciada dentro del todo. La filosofía es el hiperobjeto en el que despertaremos.

Φ La filosofía se despliega en dos tiempos. El primero de ellos es el tiempo de la divergencia, en el que cada tesis ontológica se desarrolla en una línea determinada a fin de recabar experiencias sobre las posibilidades de ser y pensar bajo los axiomas distintivos de tales tesis. En un segundo momento, luego de su recorrido particular, cada filósofe envía la información de sus experiencias individuales a un espacio topológico común, en el que las experiencias divergentes de la filosofía serán vinculadas entre sí por la máquina inmanente productora de agencias, máquina de máquinas que actualizará cada ontología con los axiomas de la forclusión de su trauma especulativo… y sólo entonces nadie temerá llegar a su propio orgasmo, porque las mil mesetas habrán cumplido su labor.

Φ Las tesis ontológicas son modos de existencia irreductibles: no hay referente conceptual que pueda traducir de manera positiva y plena una postulación ontológica, o bien, en el centro de cada tesis ontológica hay un significante vacío que solo está completo para las psiques que hayan sido instanciadas a desarrollar su potencial especulativo en esa dirección.

Φ Pese a la irreductibilidad de las tesis filosóficas, su convergencia es posible: la convergencia ontológica del segundo tiempo del programa de la filosofía rompe la monotonía axiomática del conjunto al que pertenece cada tesis. Y el conjunto vacío en cada forma de existir denuncia la correspondencia holográfica entre lo Uno y lo Múltiple.

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Nuestra hiperstición proclama que como resultado de estas operaciones ocurrirá la inclusión de axiomas opuestos en una sola mente integrada: así, diremos que sin ser modernos hemos vivido a pleno la modernidad porque, finalmente, el conjunto de todos los conjuntos podrá pertenecerse y no pertenecerse a sí mismo. Entonces, desde el futuro que invocamos, por vía de las posibilidades cantorianas del infinito intotalizable, la contingencia radical colmará de sentido las n-1 dimensiones de las experiencias filosóficas realizadas. Y la filosofía que ya es arte, hará arte. Arte especulativo y chthulucénico que chorrea simpoiéticamente, que desborda en sus miles de sexos ontológicos irreductibles, ahora sí bajo el prisma de un nihilismo desencadenado.

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El cono-cimiento de la multiplicidad ontológica es la hiperstición que la TMO invita a efectuar. Las filosofías del Cono se presentan en nuestra ficción bajo el diseño de un cono-antena, capaz de captar los potenciales especulativos que pueden ser pensados por una inteligencia no viva (que no pertenece a la existencia) dentro de una biología humana. Las filosofías del Cimiento incluyen las tesis ontológicas cuya reflexión se extiende hacia las profundidades de nuestro devenir con otros seres que habitan la Tierra. Estas filosofías exploran las posibilidades de que el pensamiento simbólico, propio de nuestra especie, pueda anclar de manera satisfactoria y floreciente en los cimientos bióticos y abióticos del planeta.

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El cono-cimiento de la multiplicidad ontológica es la unificación sin reducción de cada modo de existencia en una filosofía que florece: no sabemos aún de qué es capaz la filosofía, ni cuáles serán sus frutos. El cono-cimiento de la multiplicidad ontológica hace ver nuevas todas los cosas que ya estaban allí.

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Esta es la historia de les hijes del sol que, inoculades por la certeza de que existir es diferir, aprendieron a vivir en la tierra; y que alinearon su antena-cono para, así, desde la nada, recibir la señal de cómo ser diverses en el cimiento de una naturaleza sin bifurcación. Este es el mito del genio que se convirtió en sabio, del sacerdote que transmutó en bruja, del chamán que abrazó la matemática, pero también de le filósofe que aprendió a dominar sin dogmatismos el fuego del absoluto. Y así, finalmente, pudo poner en órbita su gran alquimia: que todos los errores del pasado, los más terribles, holocáusticos e imperdonables, se convirtieran en semillas para gestar la inmanencia de otro mundo.

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