Elogio y distancia de la teoría

Constanza Filloy

 

Queremos decirlo de muchísimas formas: no es una irrupción exógena con respecto a una situación normal, no se trata de la emergencia de lo natural ominoso contra un orden antrópico. Si es difícil leer inmediatamente el momento, tampoco es evidente cuál es el problema que se precipita. Consideremos por ahora que se trata de la convulsión de la naturaleza y la cultura. La teoría busca, incesantemente, desarticular un límite estricto de la esfera de la naturaleza y la esfera de la cultura. Es sugerente advertir la agenda a la que invita este problema: apartamos la imagen de procesos naturales escindidos de la vida humana para relanzar el mundo lejos de una premisa dualista. Los trayectos hasta este momento dibujan hipótesis que movilizan una variedad de arqueologías futuras.

En esta arena polémica procuramos ahora retratar las coordenadas de la cuestión que se repite. Nos gustaría entender qué podría hacer, a fin de cuentas, el intercambio teórico. Dicho de otro modo, sabemos que a veces la discusión teórica puede dividir y aproximar posiciones políticas de modo trivial. Las intervenciones filosóficas -y la cuestión que nos convoca no parece ser una excepción- no poseen garantía alguna, sino que operan por proximidad con respecto a eso que ocurre, y requieren de una consideración de su inserción y efectos. Como supo ver Althusser, evaluar una intervención es llevar una cuenta de los elementos y de las relaciones de fuerza, y disponer entonces las condiciones para que resulte el efecto político esperado. De ahí que las especulaciones teóricas que puedan elaborarse sean contestables y no posean fundamentos irrevisables. En el mejor de los casos, son alentadas por un compromiso y por una apuesta política. Se trata de un elogio de la teoría porque puede operar por proximidad de manera justa e inventiva, pero también de una distancia de la teoría porque hay, a pesar de ella, elementos no teóricos, políticos, que la condicionan.

Posiblemente esta presentación de la intervención teórica muestre un panorama superficial. Pero al examinar los modos e inflexiones que la relación equívoca entre la naturaleza y la cultura adquiere en la filosofía del siglo XXI, también puede que muestre algunas conexiones interesantes. Así las cosas, un problema insiste en la desarticulación del dualismo, y esta insistencia puede ser indicativa de un abanico de cuestiones adyacentes. Sin desarrollar sus implicancias, Meillassoux delimitó esta encrucijada de un modo ejemplar: si la correlación entre sujeto y objeto es extendida hacia toda la realidad, es decir, si agencialidades proliferan por doquier, la subjetividad o alguno de sus rasgos resulta absolutizado. Confirmamos un procedimiento que se detiene en la continuidad entre las esferas para hallar entre agencialidades y consonancias un lugar de comunicación. Si de naturaleza y cultura se trata, la composición borrosa entre ambos términos deviene agente, sujeto constituyente.

Quizás adquirimos en la agencialidad de las cosas pistas para evitar los callejones antinaturalistas de un canon. También vemos que esto suscita una serie de interrogantes cuya respuesta no es obvia. Sin pretender exhaustividad: desde la posibilidad de crítica de formas subjetivas históricamente específicas, hacia las razones por las cuales determinadas evidencias científicas son motivo de extrapolación ontológica a modo de agencialidad, hasta –nuevamente- la pregunta por qué es una ontología. A distancia de la teoría aparecen algunas cuestiones aún más llanas: ¿Qué cuadro nos ofrece de la historia de la industria del carbono y del extractivismo, una ontología? ¿Qué nos deja decir una ontología acerca de la trasmisión de enfermedades y su conexión con las rutas comerciales? ¿Qué comentarios habilita acerca de los sectores más desprotegidos de la población ante la efectiva convulsión entre la naturaleza y la cultura?

Constatamos que el problema de la conexión entre naturaleza y cultura no revela una ocurrencia exótica. Mientras tanto, tenemos por delante una serie de interrogantes en torno al modo en el que figurar la continuidad y la agencialidad, la discontinuidad y la diferencia. En esa indagación, seguir los efectos políticos del contenido paradojal de nuestras opciones quizás tenga que ver con cierta distancia de la teoría.

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