Las tres inteligencias

Notas para un artículo

 

Eduardo Viveiros de Castro

 

Definamos como «antropológico» cualquier estudio que defina su campo de objetos como poblado por entidades «inteligentes», es decir, capaces de entrar en una relación de presuposición recíproca con mundos a los que se acoplan en trayectorias coevolutivas caracterizadas por circuitos de retroalimentación. Hay, pues, tres grandes áreas de interés antropológico contemporáneo – las «tres inteligencias», podríamos decir, parafraseando a Guattari. Estas áreas se interceptan, se superponen, colaboran y a menudo colisionan. Pues ellas disputan, de forma más o menos explícita, una posición de antecedencia epistemológica y/o de preeminencia ontológica: cada área puede (en ambos sentidos del verbo) reclamar el título de continente más general dentro del cual las otras dos son «sólo» sus provincias. Esta tensión debería (o al menos puede) considerarse productiva, no destructiva.

Se dice que estos estudios son «antropológicos» porque suelen pasar empíricamente (aunque no necesariamente en principio) por la mediación de prácticas, discursos, técnicas e instituciones observables en diferentes colectivos humanos.

La primera área es la que llamaremos «inteligencia cultural». Su objeto es la diferencia entre los modos humanos de hacer mundo, una diferencia que condiciona históricamente la relación (política, epistémica, etc.) entre estos modos. Esta área es la que atraviesa la antropología sociocultural clásica, pero también el llamado «giro ontológico» de esta disciplina, así como toda la vasta problemática llamada «decolonial». Su problema metodológico, que es también su finalidad inmanente, es el desplazamiento de la posición o punto de vista contingente del sujeto de conocimiento –del mundo específico que presupone esta posición– a través de los mundos de sujetos-otro que están en la posición contingente de objeto de conocimiento.

La segunda es la «inteligencia natural». Su objeto son los diferentes modos otros-que-humanos de hacer mundo y, muy a menudo, las relaciones de estas formas con los diferentes modos humanos. Aquí se encuentran los trabajos enmarcados bajo el término paraguas de «estudios multiespecies», pero también las descripciones de procesos y entidades abióticas realizadas desde el punto de vista de sus capacidades de agencia (action-network theory, etc.); estas descripciones suelen, asimismo, centrarse en las relaciones entre estos actantes y los mundos y agentes humanos.

La tercera es la que llamaremos «inteligencia artificial». Su objeto son los dispositivos y agenciamientos materiales producidos (por regla general) por los humanos, con la capacidad real o supuesta de hacer mundos y de acoplarse a, y desacoplarse de, mundos humanos. Aquí encontramos los numerosos estudios sobre la inteligencia artificial, las filosofías y antropologías de la tecnología, el reciente interés por las «cosmotécnicas», las especulaciones metafísicas sobre lo «posthumano» y lo «inhumano», etc.

Este triángulo, que en la tradición filosófica de la Modernidad podría describirse con la rúbrica «humanos, animales, máquinas», sigue definiendo los contornos de la metafísica contemporánea, ya sea académica o popular (como en la ciencia ficción), aunque eventualmente se amplíe para incluir a los extraterrestres, los vivientes en general (entidades autorreplicantes) y las entidades lógicas (programas informáticos). El triángulo puede imaginarse como equilátero, isósceles o escaleno, según las diferentes orientaciones filosóficas.

En el centro de gravedad de este triángulo está la Tierra.

 

[Traducción Emmanuel Biset]

 

Publicado originalmente en la web: https://oscillations.one/

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