Carmina Frankel – Agustina Piumetto
I
Vivimos en un mundo poblado de imágenes técnicas, donde su presencia se vuelve cada vez más dominante. Ante este escenario, surge una necesidad: la de repensar teóricamente la fotografía. No es un capricho, sino una respuesta al agotamiento de los protocolos de lectura existentes que resultan insuficientes para abordarla en la contemporaneidad. Experimentamos un cansancio frente a las respuestas que giran en torno a un mismo eje, incapaces de ofrecer nuevas explicaciones. La inquietud —y quizá la respuesta— reside en explorar los modos en que la fotografía puede ser vista, leída y pensada en el presente. ¿Cómo se hace filosofía de la fotografía? Esta pregunta guía nuestro recorrido, pero no llega sola: arrastra otras, igual de importantes, que la empujan hacia otros lugares. ¿Cómo pensar y leer la fotografía de modos que escapen al carácter representativo y referencial que históricamente ha predominado en su interpretación?
Vilém Flusser (2019) decía que hacer filosofía de la fotografía es revelar que no hay libertad humana en el mundo de los aparatos automáticos, programados y programadores. Sin embargo, al mismo tiempo, esa libertad se puede abrir paso, de algún modo, incluso ahí mismo. Entonces, pensar la fotografía desde esa premisa implica aceptar un desafío: mirar lo técnico y lo medial (Bertúa, 2023), detenerse en aquello que suele pasarse por alto. Ver cómo se genera, cómo se hace posible la fotografía. Y, sobre todo, preguntarse cómo abrir nuevos modos de existencia para este objeto que se nos escapa, que se expande, que nunca termina de definirse.
II
En los últimos años, la fotografía viene atravesando una serie de transformaciones que van más allá de las formas tradicionales de entenderla. Desde sus orígenes como un procedimiento físico-químico hasta su integración actual en el universo digital y computacional, la fotografía pone a prueba los límites de lo que puede ser percibido con la visión humana (Raskar, 2009). En esta transformación se desborda, se multiplica, se vuelve irreconocible y, al mismo tiempo, más presente que nunca.
Hoy, parte de la teoría y la crítica contemporáneas no dejan de insistir en que “la fotografía viene manifestando un acelerado y sostenido cuestionamiento de los criterios históricos que sirvieron para caracterizarla” (Bertúa, 2023, p.19). Categorías como imagen expandida (Suter, 2011), extensión fotográfica (Zúñiga, 2013), fotografía expandida (Cifuentes, 2018) o fotografía fuera de escala (Dvořák y Parikka, 2021) intentan subrayar esa expansión, esa diversificación que trae consigo la digitalidad. Pero puede que no sea suficiente con ampliar las definiciones. Quizá, como lo sugieren Joanna Zylinska y Camila Kuc (2016), haya que transformarlas radicalmente, soltar la idea de que la fotografía es esto o aquello, y aceptar que es muchas cosas a la vez.
Pensarla así implica romper con la lógica de la representación, es decir, la relación de necesidad entre causas y efectos, a la que ha estado sujeta la fotografía. No se trata de abandonarla por completo —la representación sigue siendo un tropo posible con el que las imágenes construyen mundos—, sino de mirar más allá (Soto Calderón, 2021). El propósito aquí es poder pensar los diferentes modos de existencia de la fotografía, comprender la infraestructura que la posibilita, pensarla como un objeto múltiple desde sus diferentes dimensiones. Entonces, la pregunta es: ¿Cómo hacerlo?, ¿Qué formas de existencia puede adoptar la fotografía? y ¿De qué dispositivos disponemos y qué operaciones nos permiten llegar hasta allí?
III
Vinciane Despret ofrece un camino al pensar sus objetos de estudio desde perspectivas que escapan a la doxa o a las concepciones oficiales. Su pregunta guía gira en torno a cómo evitar respuestas únicas sobre un objeto, explorando, en cambio, otros modos posibles de existencia de aquello que se investiga. En este sentido, considera que la filosofía tiene la capacidad de intensificar las importancias: de captar posibilidades que, por lo general, pasan inadvertidas o de conexiones que nadie piensa. De este modo, la filosofía, según Despret, despierta el gusto y el apetito por estas posibilidades haciéndolas perceptibles.
El antropólogo Heonik Kwon (2008) reconoce que hay preguntas que, aunque puedan resolverse, no piden una resolución. Estas preguntas poseen una fuerza performativa: en lugar de conducirnos a una respuesta razonable, nos llevan hacia otros acontecimientos, otras historias, y nos abren nuevas vías para comprender nuestros objetos. Vinciane Despret (2021) observa que Kwon realizó un gesto hermoso para la antropología: se dejó instruir por los acontecimientos que surgieron a partir de su investigación y, en ese proceso, transformó sus preguntas en enigmas.
Despret retoma esta operación en su propia investigación, encontrando en ella un medio para atender a las exigencias de cada objeto en particular. En este sentido, nos enseña que es necesario abordar el trabajo de otra manera, dejando que sea el problema el que nos instruya. Las preguntas, entendidas como enigmas, se convierten en llaves y guías. Esto supone una experimentación, una puesta a prueba constante. Al igual que Kwon, Despret nos invita a pensar: “¿Qué hago con esto? ¿Qué sentido me solicita? ¿Qué devenir le ofrezco? No se trata de explicar, sino de comprender, en el sentido de llevar consigo. Dejarse instruir. Hacer de una historia una matriz narrativa” (2021, p.31).
IV
Volvamos al principio: ¿cómo hacer filosofía de la fotografía? Tal vez la respuesta esté en las operaciones que Vinciane Despret propone: prestar atención, dejarse instruir, fabular. Operaciones que son, a la vez, un método y un modo de acercarse a la fotografía que permite atender a lo requiere su devenir.
Prestar atención no es un gesto pasivo. Implica aceptar lo que no se entiende y requiere saber resistir la tentación de juzgar. Como explica Isabelle Stengers, aprender y cultivar el arte de prestar atención “no se refiere a lo que es a priori definido como lo digno de atención; sino que obliga a imaginar, a consultar, a encarar consecuencias que ponen en juego conexiones entre lo que tenemos la costumbre de considerar como separado” (2017, p.12). Así, mediante esta operación Despret nos invita a atender de otro modo, a ver qué emerge.
En su famoso ensayo La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica, Walter Benjamin (2019), al teorizar sobre la fotografía (y el cine), no sólo advierte los peligros asociados a estos nuevos medios, sino que también destaca la importancia de atender a su potencial emancipador. En este caso, esto implica reconocer cómo la historia se abre a otra percepción vinculada irremediablemente a la historia de la técnica y su medialidad, lo que permite pensar que con cada nuevo medio se crea una nueva forma de sensibilidad y se abre una nueva forma de experiencia (Soto Calderón, 2021).
Ejercitar modos de atención es, como plantea Fernández Savater (2023), cultivar la capacidad sensible que nos permite leer señales no codificadas —energías, vibraciones, deseos— ya que, sin esta atención, la situación se estandariza rápidamente, repitiendo una imagen previa. Atender a los detalles y a lo que cuenta para cada ser que queremos conocer genera saberes singulares, saberes que tocan y maravillan, dejando que las generalizaciones emerjan sólo como consecuencia de un proceso profundo.
Dejarse instruir por el objeto de estudio, escuchar lo que tiene para decir, aceptar su demanda. Esto es lo que Despret llama instaurar. Instaurar no significa sacar algo de la nada, sino asumir la responsabilidad de acoger el pedido del objeto para que se transforme. Este acto implica una relación ética y creativa con aquello que investigamos, una forma de llevar consigo al objeto, permitirle devenir y hacerlo perceptible bajo otras formas.
Fabular no es un acto de ruptura con la realidad, sino un modo de intensificar vínculos y dar visibilidad a detalles o posibilidades que permanecen ocultas. Es una invitación a disputar las formas establecidas de relacionarnos con el mundo, a imaginar otras maneras de existencia para los objetos y las narrativas que los envuelven. Fabular significa ofrecer a detalles insignificantes la oportunidad de volverse posibles, conectar aquello que antes parecía inconexo y cultivar una imaginación que desafíe las evidencias y certezas que damos por sentadas.
Estas operaciones —prestar atención, dejarse instruir, fabular— nos permiten seguir con el problema, convertir nuestras preguntas en enigmas para habilitar caminos que nos conduzcan a nuevas historias y a otras formas de hacer filosofía de la fotografía. En este sentido, se trata de cultivar una imaginación comprometida con la posibilidad de pensar otros modos de existencia, desafiar las ontologías dominantes y abrirnos a la potencia performativa que reside en la fotografía.
Finalmente, hacer filosofía de la fotografía implica repensar sus modos de existencia y cuestionar los marcos tradicionales que la definen. A través de la reflexión sobre su carácter técnico y medial, buscamos pensar la fotografía como un objeto múltiple (Robles y Tomasini, 2022). Siguiendo a Flusser, Bertúa y Despret, consideramos que se trata de atender a lo que emerge en su devenir. Transformar las preguntas en enigmas, para así abrir nuevas posibilidades que nos conduzcan hacia otra imaginación fotográfica.
Bibliografía
Cifuentes, A (2018). “Fotografía actual. Expansiones, asincronías, promiscuidades” en Metal, 4/2, 1-9.
Benjamin, W (2019). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Godot Argentina.
Bertúa, P (2023). “¿Fotografía expandida?: extensiones y repliegues en torno a un objeto inestable” en Jorge Zuzulich (comp.), Fotografía expandida, Buenos Aires: Fundación Alfonso y Luz Castillo, Arte x Arte.
Despret, V (2021). A la salud de los muertos. Relatos de quienes quedan. Buenos Aires: Editorial Cactus.
Dvořák, T y Parikka, J (2021). Photography Off the Scale. Technologies and Theories of the Mass Image. Edinburgh University Press, Gran Bretaña.
Fernández Savater, A (2023). “Ausentarse: la crisis de la atención en las sociedades contemporáneas” en El eclipse de la atención, Fernández Savater y Oier Etxeberria (coords). España: NED Nuevos Emprendimientos.
Flusser, V (2019). Para una filosofía de la fotografía. Buenos Aires: La Marca Editora.
Haraway, D (2019). Seguir con el problema. Bilbao: Consonni.
Kwon, H (2008). Ghosts of War in Vietnam. Reino Unido: Cambridge University Press.
Raskar, R (2009). 6Sight 2009 Keynote: Computational Photography. En línea.
Robles de la Pava, J y Tomasini, C (2022). La profundidad de las superficies. Buenos Aires: ArtexArte.
Soto Calderón, A (2021). La performatividad de las imágenes. Santiago: Metales Pesados.
Suter, G (2011). “Imagen expandida” en Luna Córnea 33, 326-341.
Stengers, I (2017). En tiempos de catástrofes. Cómo resistir a la barbarie que viene. Buenos Aires: Futuro Anterior Ediciones.
Zúñiga, R (2013). La extensión fotográfica. Ensayo sobre el triunfo de lo fotográfico. Santiago de Chile: Ediciones Metales Pesados.
Zylinska, J y Kuc, K (2016). Photomediations. A reader. Londres: Open Humanities Press.